viernes, 20 de junio de 2008

TESTIMONIOS

MI NOMBRE ES ROSA MARTÍNEZ GALINDO

Un 24 de febrero del 1995 empezó mi calvario:

Tuve un accidente, que me causo un traumatismo craneal, dolores por contusión muscular y cervical. Al año y medio no mejoraba, tenía todo el cuerpo, mayormente en la columna y la cabeza, y un cansancio que no podía tirar de mí, apenas podía hacer las tareas de casa.

Comenzaron a hacerme pruebas, y en el 1997 el Doctor Valcárcel me diagnosticó fibromialgia. Yo no sabía, ni tenía idea de lo que significaba eso de la fibromialgia, lo que si estaba cada día más cansada, me costaba mucho hacer las tareas de casa, la comida, etc. Los dolores me consumían, no me comprendía nadie de mi familia, llegaron a decir me que era una delicada, vamos una quejica, y si no me lo decían a mi lo decían a conocidos, incluso mi marido no me comprendía. Ni yo sabía lo que me pasaba, no comprendía mi cansancio, lo que si sabía eta el daño que me hacían. Poco a poco me fui informando: por revistas, por programas de televisión, por personas que tenían fibromialgia, fui comprendiendo lo de mi cansancio y tantos dolores, por estas odiadas fibromialgias que se meten en nuestro cuerpo sin contar si queremos vivir con ellas, seguro que si contaran con nosotras las echaríamos ha patadas.

Nadie las queremos y tenemos que con vivir con ellas, sintiendo un dolor a veces insoportable que apenas podemos aguantar y conforme pasa el tiempo tu cuerpo va empeorando, el dolor es más fuerte, apenas puedes comer, dormir, descansar ni de noche ni de día, tu carácter va cambiando, se te olvidan las cosas, incluso el nombre de tus hijos, amigos, familiares….. Al rato los recuerdas.

Ellas las fibromialgias son dueñas de tu cuerpo, de la cabeza a los pies. Si te pasas en hacer las tareas de casa, te tiras una semana sin apenas moverte, son insoportables llevarlas siempre contigo.

Nosotras le plantamos cara, nos arreglamos, nos ponemos guapas, salimos de casa, nos juntamos con amigas y sin poder, sonreímos. Pero ellas no se aburren, siempre nos acompañan, no las podemos dejar, ni de noche ni de día, tienen que vivir con nosotras aunque nos amarguen la vida.

Espero que los doctores las estudien y den con alguna medicina, que las podamos olvidar y salir de esta pesadilla.

Que felicidad tan grande sería poder decirles ADIOS a estas fibromialgias mías.

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